Inicio

Ntra Historia.
 La Alcarria.
El Monasterio
Álbum 03-04
Cómo llegar
La picota.
La Iglesia.
El paisaje-botánica:
Álbum 04-05

Hª de lupiana.  
   

Los orígenes:

El enclave, entre dos ríos el Matalleguas y el Ungria, en el cerro que llamamos "El Castillo", parece que fue asentamiento de antiguos iberos, un lugar perfecto, rodeado de bosques, con buena caza, y próximo al río. Y parece que desde entonces heredamos el nombre, "tierra de lobos", "lugar salvaje": Lupiana.

  Foto cerro "castillo" desde el sur este, al fondo también se señala el pueblo de Lupiana.
La ubicación es perfecta para un castro ibero, rodeado de dos valles, el Ungría y el Matalleguas. Con altas rocas que le protegen, y con agua abundante en el valle. Si pensamos en 300 años antes de cristo nos tenemos que imaginar todo mucho más poblado de árboles, con abundancia de caza, y también de peligrosos carnívóros acechando.
Foto, del "Cerro Castillo" desde el nor-oeste, desde el pueblo. Se pñercibe como el cerro está rodeado de dos valles  

Sin noticias de romanos.  

Los romanos fundaron Arriaca (piedra en vasco), la actual Guadalajara, para proteger el puente del río Henares (¡aún hoy es el puente más importante!), que nació siendo un puesto militar

La importancia de Arrica estaba en pertenecer a la la gran vía o calzada romana entre Mérida y Zaragoza. Lupiana, muy vinculada a Arriaca, sólo fuimos un valle aislado y peligroso, al que sólo acudían para cazar, y algunas chozas estacionales para pastores

 

Sobre el año 1.000.

 

Con la llegada de los árabes, Guadalajara, (entonces llamada "Wad-al-hayara",río de piedras), comenzó a tener importancia, y la necesidad de recursos hizo que las poblaciones limítrofes crecieran, pero el valle del Matallegüas seguia aislado, la vegetación, lo escarpado del terreno hacía que fuera un lugar poco recomendable.

 
   

En los reinos cristianos.  

Y, con la reconquista empezamos a tener historia escrita. Arriaca, la actual Guadalajara, fue conquistada la noche de San Juan de 1085, por un grupo de castellanos. Pero era el rey Alfonso VI, quien en una campaña de verano pasó la frontera del Duero al Tajo entre 1079 y 1083. Y mientras tanto nuestra tierra fue campo de batalla.

Durante aquellos años en invierno el valle era árabe y en verano campo de batalla. Los habitantes del valle veían como unos y otros arrasaban las cosechas, y asesinaban a quien pillaran por medio; lo mejor era esconderse para no ser confundidos ni por los defensores ni por los atacantes. El valle, se convirtió en aquellos veranos en un refugio ideal, pocos ejércitos se adentraban en un lugar fácil para la emboscada o la traición. Pastores y familias se refugiaban en la foresta, en los roquedales, lo importante era sobrevivir.

 
   

"Común de Villa y Tierra de Guadalajara."

 

Entonces nos convertimos en "común y alfoz de Guadalajara", pertenecimos a su concejo, desde allí nos repartían los pastos, y la leña para el carbón vegetal, mientras se iba asentando una pequeña población que, a pesar de los pocos recursos de que disponía, iba subsistiendo.

Poco a poco, el terreno fue pasando a los habitantes, y en el fuero de la villa cerca del 50 % del terreno era nuestro, el resto lo regentaba el "común de Guadalajara". El Juez, la autoridad máxima del concejo era el que impartía justicia, que en realidad era lo que los intereses de la gente de la ciudad le marcaban. En total eran cerca de 60 aldeas, entre la campiña y la Alcarria, más la capital, entre las que también estaba la de Pinilla, dentro de la sesma alcarreña como otra de las aldeas del Común, pero “una peste”, quizás en el siglo XIV, la despobló y sus habitantes se desplazaron a Lupiana.

 
   

Aparecen los Frailes  
Y por aquellas fechas, rondando el año 1300, aparecieron unos eremitas buscando silencio y recogimiento, y lo encontraron en una de las laderas del valle, era un noble arriacense D. Diego Martínez de la Cámara, que levantó una ermita. Después de su muerte varios siguieron sus pasos, y pidiendo permiso al concejo de Lupiana, colocaron un “lugar de recogimiento de eremitas”. La idea prosperó y en 1373, dos de aquellos ermitaños fueron a Avignon a pedir permiso al Papa para fundar una orden siguiendo al también eremita San Jerónimo. El Papa Gregorio XI les concedió la Bula de fundación, dándoles las reglas y el hábito “túnica de encima blanca, cerrada hasta los pies; escapulario pardo, capilla no muy grande, y manto de lo mismo”. Acababa de nacer la orden de los Jerónimos.  
   

La que montaron los frailes.  
En Lupiana construyeron un gran monasterio, que a partir de entonces marcaría la historia del pueblo. La orden fue creciendo, fundando el monasterio de Guadalupe, los Jerónimos de Madrid, Yuste en Extremadura, Belem en Portugal y el Escorial. La orden fue muy poderosa y tuvo un papel muy relevante en la política imperial de Felipe II. El monasterio fue diseñado y construido por el mismo Alonso de Covarrubias  
   

. ...Y se quedaron los frailes.  
La importancia del monasterio desplazó al “común de Guadalajara”, y desde 1569, en que Felipe II nos dio el título de Villa, con jurisdicción propia (de ahí la picota) también nos entregó en manos al prior y frailes del monasterio, que eran los que nombraban al alcalde mayor, al alguacil, escribano, y todos los oficiales del concejo. Esta realidad feudal siguió hasta que se abolió el señorío en el siglo XIX