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jueves 10 de marzo

 

¡Marzo!¡Viene Marzo...! El astro de rubios

cabellos, la huerta satura y orea.

Son las brisas tibias y llenas de efluvios...
¡Marzo!¡Viene Marzo!¡Bendito sea!
 
Las flores despiertan de su frío sueño
abriendo a los besos del sol sus corolas
sobre los sembrados de verdor risueño
florecen sangrientas miles de amapolas.
 
Bulliciosas aves van en batallones
por el claro espacio batiendo las alas.
El almendro, mágico, rompe sus botones
y los tallos viste con sus níveas galas.
 
¡Marzo!¡Viene Marzo pródigo y amigo
.reanimando vidas y sembrando flores!
¡Marzo, te saludo! ¡Marzo, te bendigo...!

Miguel Hernández, Poemas sueltos I

 

Ha aparecido, mejor ha explotado la primavera, y sin preverlo. Increíble, otro año más nos ha sorprendido. 

jueves 16 de febrero

 

 

Si paseáis por entre las columnas del claustro veréis muchos de estos córvidos, ¿de dónde su origen?. Parece  que desde la fundación del monasterio hicieron compañía y se aliaron con los monjes. Pájaros oportunistas, astutos, persistentes, ayudaban pero también hacían diabluras en la búsqueda del sosiego de los ermitaños.

Era uno de los primeros eremitas que llegó con Pedro de Guadalajara al sur de los montes donde se encuentran  el Matayeguas y el Hungría, allá por el año 985. Arturo de Illescas era un tipo feo, bizco, calvo, y de talante rural, parecía uno de tantos oportunistas que disimulaban arrepentimiento y se retiraban junto a un gran señor para recoger las migajas que caían de su plato de ayuno y penitencia. Aquellos ermitas se apartaban para prepararse ante le inminente llegada del fin del mundo, que según contaban todas las crónicas sería en el año 1.000; aislándose, en silencio y oración, como hacían otros eremitas por aquellos tiempos.

Cuando Arturo de Illescas ya había elegido una gruta, había extendido la estera, colocado la cruz y preparada la escudilla para el almuerzo apareció, de improviso, un pequeño grajo que le miró curioso. Parecía preguntarse por el origen del nuevo inquilino, y de donde había salido aquel ser de túnica rancia. Arturo conocía de sobra a estos pájaros, así que decidió echarlo sin contemplaciones: cogió una piedra y la lanzó con tan mala fortuna que rebotó en el techo de la cueva y casi le da en una pierna. Volvió a agacharse, y rebuscó en en suelo con más cuidado hasta encontrar una que se adaptaba a su mano, así que guiñando un ojo, y tanteando el guijarro lo lanzó lo mejor que supo. Por supuesto no dio al pájaro, pero se percató que aquel córvido tenía más inteligencia y entendimiento que cualquier ave. Le inspeccionó y vio en su mirada cierto grado de lucidez.

De improviso, el pájaro se encaró diciéndole: ¿pero a dónde lanzas la piedra?.


jueves 10 de febrero

¿Preparados? ¿Quién iba a decir que este valle está plagado de historias de dragones y seres mitológicos?

En las próximas semanas os iremos presentando a estos seres. Hoy queremos que conozcáis a la mascota que nos acompañará en este itinerario. Es el bueno del cuento, él nos irá comentando detalles de sus otros hermanos, mucho más peligrosos y feroces que él.

Esta historia hay que situarla en el año 1.000, justo cuando los primeros eremitas se encaramaron a este monte y empezaron a rezar, y mirar las estrellas.

Pero no vieron sólo estrellas...

 

Hay misterios intangibles, casi ocultos, imperceptibles... es la leyenda de dragones y seres fantásticos en el valle del Matayeguas. Quizás nadie lo recuerde, pero los frontispicios, capiteles y remates de arcos están llenos de ellos. ¿quizás como talismanes para proteger del peligro? o mejor ¿cómo recuerdo de tiempos pasados?.
 
 

 
jueves 26 de enero-2006
 
 

 

Iba, blanca y tierna, entre
los brotes rubios y verdes...
 
A donde daba su frente,
oriente era. Lo fuerte,
a su mudo pasar leve,
se caía, vano y débil.
Estaba encima y ausente
de todo, y todo, envolviéndole
el corazón transparente,
la hacía una y perenne,
como la vida a la muerte.
 
-Como a la vida. Su nieve
era inmortal y celeste.
Nevaba del suelo al cenit.
 
Pasó, sin irse. Indeleble
y absorto, quedó el presente
mirando su huida, siempre...

 

Juan Ramón Jiménez

 

 
El valle ha dejado de estar en silencio, ha vuelto a despertarse, a contemplarse, Ha abierto los ojos y se ha descubierto arropado en nieve. Ha olvidado el frío y se ha acicalado. Pero no en una fiesta exultante, sino íntima, recogida.  Si el niño sale,  y abre las puertas a saludarla, el adulto parece encogerse, mirar por la ventana, y tantear con las manos el calor de la lumbre.
 
 

 
jueves 12 de enero-2006
 
 

El terciopelo no, ni la armonía,

ni la arrogante densidad del musgo: existen estos líquenes en un modo distinto.

 

Al pasar a su lado me parecen

colores de la piedra que quieren ser la piedra. Me detengo y los toco,

y su tacto es un tacto indistinguible,

lo áspero en lo áspero,

manchas anaranjadas

conformes con ser pura donación

sobre el gris tan adusto de la roca.

 

¿Es agradecimiento su seca levedad?

 

Yo no puedo entender

esta vida lentísima en lo inerte.

 

En su entrega ni dicen ni interrogan.

 

Estos líquenes son lo que no se comprende, más belleza sin eco para el mundo.

 

Antonio Cabrera."Con el aire"

 

 
El paisaje está triste, ausente, parece que no queda nada, que se han ido todos. Incluso es necesario buscar, indagar los detalles ocultos, nunca vistos, y los líquenes tienen ese elemento de sorpresa. Cerrados, ocultos en verano por la sequedad, parece que la humedad y el frío los hace más vivos, más presentes.

 
jueves 29 de diciembre-2005.
 

LA ÚLTIMA LUZ

 

Eres de cielo hacia la tarde, tienes
ya dorada la luz en las pupilas,
como un poco de nieve atardeciendo
que sabe que atardece.
 

y yo querría

cegar del corazón, cegar de verte
cayendo hacia ti misma
como la tarde cae, como la noche
ciega la luz del bosque en que camina
de copa en copa cada vez más alta,
hasta la rama isleña, sonreída
por el último sol,
 

iY sé que avanzas

porque avanza la noche! y que iluminas
tres hojas solas en el bosque,
 

y pienso

que la sombra te hará clara y distinta,
que todo el sol del mundo en ti descansa, 
en ti, la retrasada, la encendida
rama del corazón en la que aún tiembla la

luz sin sol donde se cumple el día.

Luís Rosales, "De Rimas"

 

Estos días, últimos del año, tienen algo que ver con las últimas luces, con un atardecer. Además los últimos destellos del sol en nuestro valle, siempre dan un tono fantasmagórico, casi irreal, parece que en lugar de hundir al valle en la penumbra lo hacen levitar.

Os paso unos versos de Luis Rosales. La imagen son las hojas de un cerezo, que milagrosamente aún persiste, a pesar de las heladas.


 
jueves 8 de diciembre-2005.
  Una de las sorpresas que nos encontramos estos días al pasear, es descubrir majuelos escondidos en el camino (más datos sobre esta planta los tenéis en algún diario anterior)

Leyendo estos días a Antonio Cabrera, me ha gustado cómo describe este encuentro, aunque él los llama escaramujos (que son los frutos de la rosa silvestre, no del espino albar, pero son muy parecidos, incluso yo diría que el majuelo es más llamativo)

Yo no puedo tener, rojo fruto de octubre,
esa fortuna tuya
que consiste en estar en la disipación
y en la presencia. Soy más simple. Soy
alguien que mira y quiere ver; tú, en cambio,
dispones en el aire tu visibilidad
o decides tu ausencia en los inmóviles
planos con que el color se esculpe en la maleza.
 
Te descubro de pronto al lado del camino,
y eres noble y brillante, y a contraluz,
en la ceniza de un vencido vaho, ardes.
Otras veces te busco y te has disuelto,
te has añadido al bosque de otro modo:
en su tranquilidad, silente naufrago.
....
                               Ahí estás
en tu propio equilibrio, escarlata en la luz
y carmesí paciente en la penumbra.
 
Sigo mis pasos. Voy cruzando el aire
que tiñes para mí sin tú saberlo.

Antonio Cabrera, "Con el aire"

 

 
jueves 20 de noviembre-2005.
 
Dos piedras abiertas a la vega, en un sitio privilegiado. En la peña conocida como "El Castillo", confluencia de los valles Matayeguas, y Ungría.

¿Un sitio ideal para un fortín Celta?, parece que así ocurrió, y que desde ese tiempo se remonta el topónimo de Lupiana, aunque después romanizado, "el lugar de los lobos", de Lupus.

Pero esas rocas son mucho más, hablan de otros tiempos, de otros recuerdos, parece que José Hierro levanto ahí estos versos:

Con las piedras, con el viento
hablo de mi reino.
 
Mi reino vivirá mientras
estén verdes mis recuerdos.
Cómo se pueden venir
nuestras murallas al suelo.
Cómo se puede no hablar
de todo aquello.
El viento no escucha. NO
escuchan las piedras, pero
hay que hablar, comunicar,
con las piedras, con el viento.
....
 
José Hierro "De Con las Piedras, con el viento..."
 

 
jueves 10 de noviembre-2005.
 
El invierno de hace dos años, la sequía de este , parece que todo lo supera y frente a otros árboles que mueren irremediablemente, nuestro "quercus coccifera" lo supera todo, no ha podido renacer en condiciones más adversas.

Quizás esto pueda ayudar a los que se encargan de las repoblaciones, quienes sólo saben  plantar  pinos, existen algunas especies autóctonas que superan  muy bien las adversidades. Un arbusto que quizás no sirva para alzar un bosque, pero que puede guardarlo, y ayudarlo a crecer.

 

Fijaros en la imagen, en el suelo donde crece: junto al esparto, tendida en lo yermo, donde sólo hay piedras.

 
Es como si necesitara del fuego, del frío, o del calor extremo para crecer.
 
 

 
jueves 3 de noviembre-2005.
 

Tus únicas galas

son estas hojas de otoño.

Olvidado.

Ventanas sin marcos ni cristales,

entrada sin puerta.

Aguas olvidadas

sólo las mueve el viento.

¿Cuánto tiempo estarás en pie?

Sabes que eres ayer, no hoy,

Tu mañana no existe.

 

 

Este telón de sedas amarillas

que un sol aún dora y un suspiro ondea.

En un soplo de ayer vacila, y cruje.

En el espacio aún es, pero se piensa

o se ve. Dormido quien lo mira no responde,

pues ve un silencio, o es un amor dormido.

 

Dormir, vivir, morir. Lenta la seda cruje diminuta,

finísima, soñada: real. Quien es es signo,

una imagen de quien pensó, y ahí queda.

Trama donde el vivir se urdió despacio, y hebra a hebra

quedó, para el aliento en que aún se agita.

 

Iganorar es vivir. Saber, morirlo.

 

Vicente Aleixandre, “De poemas de la consumación”

 

 
jueves 20 de octubre-2005.
  Los chopos son los auténticos protagonistas estos días, son los que dan color al valle, los que rodean al pueblo dándole ese aire de hoguera imaginaria, el "populus nigra". pasa a  ser amarillo y naranja. Es el que habla de la tierra, del viento, del frío y de calores.
Cada chopo, al pasarlos,
canta, un punto, en el viento
que está con él; y cada uno, al punto
-¡amor!-, es el olvido
y el recuerdo del otro.
 
Sólo en un chopo -¡amor!-
el que canta
 
Sé bien que soy tronco
del árbol de lo eterno.
Sé bien que las estrellas
con mi sangre alimento.
Que son pájaros míos
todos los claros sueños...
 
Sólo en un chopo -¡amor!-
el que canta

Juan Ramón Jiménez. (Eternidades...)


 
jueves 20 de octubre-2005.
 
Otra vez el otoño, el ciclo vuelve a completarse. ¿imágenes, recuerdos de otros años?.

¿Pero qué es este paisaje, estos colores?¿esta fuerza antes del invierno?,

Mejor que lo diga el poeta, José Hierro:

Como la rosa: nunca
te empañe un pensamiento.
No es para ti la vida
que te nace de dentro.
Hermosura que tenga
su ayer en su momento.
que en sólo tu apariencia
se guarde tu secreto.
Pasados no te brinden
su inquietante misterio.
Recuerdos no te nublen
el cristal de tus sueños.
 
Cómo puede ser bella
flor que tiene recuerdos

José Hierro. (De con piedras, con el viento...)


 
jueves 13 de octubre-2005
  ¿Mucho tiempo ha transcurrido, y mucho ha pasado, pero volvemos con el compromiso de traeros cada semana una imagen de Lupiana.

Los girasoles, son una buena imagen, es el símbolo de los ciclos, de lo que nace y muere, de lo que gira sobre si mismo para encontrarse permanentemente en el mismo lugar.

Y mejor que contaros detalles botánicos os paso estos versos de Rilke:

Vivo mi vida en círculos que se abren
sobre las cosas, anchos.
Tal vez no lograré cerrar el último
pero quiero intentarlo .
 
Giro en torno de Dios, antigua torre,
giro hace miles de años.
Y aún no sé si soy águila o tormenta
o si soy un gran cántico.

Rilke. (Versos de un joven poeta)